Para los aficionados a los videojuegos que crecimos en los 80 (y principios de los 90) los salones recreativos eran lúgubres paraísos donde jugar a títulos que eran técnicamente imposibles en tu ordenador/consola de casa.
Pequeños (o grandes) locales llenos de humo, gentuza merodeando y un encargado con malas pulgas. No eran sitios adecuados para niños/pre-adolescentes, pero en aquella época sabíamos mantenernos al margen de todo aquello.
Muchos de nosotros soñábamos tener un armatoste de aquellos en casa, para poder disfrutar de esos grandes juegos sin dejarnos más monedas de 25 pesetas. Muchos de esos juegos eran convertidos a sistemas domésticos, pero en la gran mayoría de ocasiones eran muy inferiores al original.
Hace poco más de un año al tener espacio en casa decidí cumplir ese sueño de mi infancia. Compré las maderas, los controles y las artes en un sitio especializado. Opté por el modelo bartop ya que iba a estar sobre un mueble (y así ahorrarme bastante dinero). Aproveché que tenía por casa una pequeña tele sin usar y una raspberry pi 3.
Total la broma salió por 200€ aproximadamente.
Le instalé la distribución Recalbox, basada en Linux, que deja (casi) todo preparado para copiar las roms de los videojuegos de arcade/consola/ordenador y darle cera a las palancas y botones.
Este es su aspecto actual, con el montaje ya finalizado. No ha quedado perfecta, pero para mi es suficiente. El botón verde actúa como si introducieras una moneda.
En la foto lateral se puede ver un poco más en detalle los artes elegidos. Me decidí por las de las clásicas Video Sonic las cuales eran muy habituales en los bares y salones por los que me movía cuando era pequeño.
Por la parte "mejorable" está el no usar un monitor CRT ya que los juegos de aquella época se diseñaron para ese tipo de tecnología. Las palancas y botones no son gran cosa, ya que no quise gastar mucho dinero en ellos, quizás los cambie en un futuro por unos míticos Industrias Lorenzo.
Un capricho en toda regla: hoy en día puedes jugar todos aquellos juegos en cualquier ordenador, móvil o consola emuladora gracias a MAME pero el tener un mueble dedicado le da algo más de "inmersión".
Es agradable jugar unas partidas rápidas con la palanca, aporreando botones. Descubriendo que sigues igual de manco (o más) que entonces. Y sin dejarte la paga semanal.
Te das cuenta al jugar, que ya no es la misma sensación: antes aquello era poco menos que brujería, no sabías que había en la siguiente pantalla o que sucedería. Ahora ya sabes como funcionan los juegos internamente y pocas cosas te pueden sorprender.
Mismos ojos, 40 años de diferencia.
29/07/2025 - Retro